El 14 de abril de este año se conmemora el 90º Aniversario de la proclamación de la II República Española, y con ella la instauración, por primera vez, de una democracia plena en la España del siglo XX. El mayor logro de la República fue la instauración de un sistema parlamentario que garantizaba la libertad de pensamiento y la militancia política y sindical.

La II República alumbró derechos fundamentales como la libertad de asociación, de opinión, de manifestación y de prensa. Supuso también un avance en derechos y libertades de todo orden en todo país, en especial para la mujer, que durante los años de la República pudo, por primera vez en la historia, votar y ejercer profesiones liberales a las que antes no tenía acceso.

Durante este tiempo tuvieron lugar también la aprobación de la ley del divorcio y el matrimonio civil, además de la regularización del aborto, iniciativas que impulsaron a un país desde las sombras de la dictadura de Primo de Rivera a la vanguardia del mundo contemporáneo.

De especial relevancia fueron las medidas tomadas en torno a la educación, haciendo de España un referente internacional para la época. En el primer bienio se construyeron 10.000 escuelas, más que en todos los años del reinado de Alfonso XIII, y se contrataron a 7.000 maestros y maestras. Además, se legisló en favor de una educación laica, mixta y obligatoria con la que lograr alcanzar objetivos más que satisfactorios. La cifra de escolarización entre los 5 a los 14 años pasó del 55,8% en 1930 al 69% en 1935. Especialmente positivos fueron los datos referidos a la población femenina, donde se obtuvo la tasa más alta de escolarización jamás conseguida hasta entonces con un 66,4% de niñas asistiendo a clase en 1934.

Las libertades conquistadas durante la II República sirvieron como caldo de cultivo para la eclosión definitiva de una de las promociones culturales y artísticas más importantes del siglo XX, la Generación del 27, encarnada en personalidades de la talla de Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti o Vicente Aleixandre y también en las conocidas como “las sin nombre”; intelectuales como las poetisas Concha Méndez-Cuesta y María Teresa León, la novelista Josefina de la Torre o la filósofa y ensayista María Zambrano.

Pero todo este progreso y avance conseguido se vio truncado por un golpe de estado ilegitimo, desencadenando en el horror de la guerra civil y, como consecuencia, cerca de 40 años de dictadura sangrienta y revanchista.

Para Omar Anguita, Secretario General de JSE, la identidad de la organización “está estrechamente unida” a la defensa de los valores republicanos, en la reivindicación de “la plena igualdad los ciudadanos y ciudadanas en todos los aspectos”.

Leyes como la de Memoria Democrática contribuyen en la labor de recuperar todo lo realizado durante la república y que el régimen franquista dilapidó y quiso borrar de la historia. “Ha sido un gran avance en la búsqueda de la verdad y la justicia”, en palabras de Marta Águeda, Secretaria de Memoria Histórica de las Juventudes Socialistas.

En definitiva, podemos afirmar que la segunda república española supuso un régimen democrático, con derechos sociales y económicos, con garantías constitucionales, descentralizado, con sufragio universal por primera vez, laico y preocupado por el desarrollo educativo y cultural de su pueblo. Unos valores nacidos en el seno de la república que sin duda inspiran multitud de principios de nuestra vigente Carta Magna.

El republicanismo es uno de los principales y más antiguos valores éticos de las Juventudes Socialistas de España (JSE), por lo que consideramos más necesario que nunca, cuando se cumplen 90 años de la proclamación de la Segunda República Española, la reivindicación los valores cívicos republicanos de libertad igualdad y fraternidad.

Es por ello que, más allá de la propia ideología, nuestra organización sigue reivindicando la necesidad de un cambio de modelo, acorde no sólo con los tiempos que vivimos, sino también con las propias leyes que nos hemos dado. Nuestra Constitución tiene que ser el pilar fundamental sobre el que desarrollar nuestro proyecto de país, pero no debe ser el freno que nos impida seguir avanzando en derechos y libertades. Al igual que desde su aprobación y refrendo popular la práctica totalidad de las instituciones han sido revisadas y modificadas, la Jefatura del Estado requiere una actualización inmediata. Reivindicamos una forma de estado republicana, elegida libre y periódicamente, transparente, democrática y ejemplar que supere el anacronismo monárquico de la transición, que no solo desafía la soberanía popular en si misma, sino que vulnera con su orden sucesorio, el principio de igualdad entre hombres y mujeres consagrado en la propia constitución.

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